OPERACIÓN GUACAMAYA

La operación perfecta

Rafael García Plachart I.A.  10 de Mayo de  2025

La operación de extracción de los asilados en la embajada argentina fue mágica.

Los rehenes desaparecieron ante la vista y vigilancia expresa de decenas de funcionarios del estado equipados con la última tecnología en equipos de visión nocturna y diurna, de escucha y de vigilancia, todos miembros de unidades élite militares y policiales, entrenados en inteligencia y en operaciones de contrainteligencia.

Desaparecieron de una casa rodeada de viviendas ocupadas por la fuerza, y mediante el arbitrario desalojo de sus dueños y ocupantes, como medida de cerco de contrainteligencia, evitando así cualquier contacto con quienes no fueran fuerza policial o militar no controlada.

Y desaparecieron.

Y de una manera casi mágica, como si fuera la alfombra de Aladino, aparecieron en territorio bajo la protección del gobierno de los Estados Unidos de América, el cual, por supuesto, formó parte de la operación que está en la lista de los agradecimientos que tenemos los venezolanos hacia quienes nos ayudan en nuestra lucha por la libertad de Venezuela.

Pero también desapareció la capacidad de mentir del régimen, la poca credibilidad que le quedaba, la ilusión de normalidad y de control de la sociedad que pretendía imponer, y sobre todo de invulnerabilidad de sus líderes y secuaces, civiles o militares.

La desaparición de las declaraciones de Maduro con respecto al tema es poco menos que épica; pueden lograr callarlo, nunca ha sido posible callar lo de sus ataques contra María Corina y su equipo.

Desapareció la sonrisa de la cara de Tarek William Saab cuando se regodea denunciando los supuestos delitos de los perseguidos políticos a los cuales les inventa cargos e imputaciones para inhabilitarlos de hechos.

Desapareció la sardónica cara de Jorge Rodríguez con sus burlonas y despectivas expresiones sobre sus reales opositores.

Y la magia no fue de las desapariciones solamente, sino también de las apariciones.

La aparición de Diosdado balbuceante y contradictorio, evidenciando su desconocimiento de lo ocurrido, la incapacidad de reaccionar de sus sicarios y del régimen fue poco menos que el mejor capítulo de su abyecto programa de televisión.

La aparición de los innumerables pseudolíderes políticos, económicos y sociales dándose por enterados de que existía una negociación con el régimen, para que lo consideraran súper enterados de lo que ocurría, fue la confirmación pública de su mediocridad e incapacidad para entender la realidad sobre el país y su gente, y de que ya no tienen ninguna influencia ni ninguna capacidad de ser reconocidos como doctores del país.

Apareció también la evidencia del odio visceral hacia María Corina de aquellos que, aunque siendo enemigos del régimen, no pueden tolerar haber sido desplazados de la primera fila política por alguien mejor que ellos.

Apareció en algunos, al intentar corear el bulo de la negociación, la desesperanza y el entreguismo a la propaganda de la normalización creada por el régimen.

Pero lo más importante fue la reaparición.

Reapareció nada más y nada menos que la energía y el brillo de la esperanza real sobre la pronta futura desaparición del régimen y la entrada cada vez más próxima de la democracia liberal en Venezuela.

Pero lo más importante es que apareció y se evidenció el carácter heroico del liderazgo individual y colectivo, el cual acompaña María Corina en la lucha por el regreso de la libertad democrática de Venezuela.

Ahora, la gente sí, está entendiendo  por qué VAMOS HASTA EL FINAL.